Nacer Mujer.

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Desde lo más íntimo y personal.

«El feminismo es una forma de vivir individualmente y de luchar colectivamente».

Simone de Beauvoir.

 

Por Mina Moreno.

 

Llevo en mi mente la dulce voz de mi madre, diciéndome lo felíz que fue cuando supo que había tenido una niña.

 

Crecí entre nubes de algodón, amada y protegida bajo los brazos de mi madre y mi hermana.

 

Era yo, la niña de la casa, a la que le leían cuentos de princesas.

 

Nada, nos prepara para vivir el mundo más allá, de las murallas de tu palacio, que es tu casa, para enfrentar la cruda realidad, con toda su bestialidad.

 

Tenía nueve años cuando fui agredida sexualmente, era una niña y lo guarde en lo más profundo de mi ser, lo enterré, me sentía culpable, cuando yo fui la víctima.

 

A la edad de 12 años sufrí mi primer intento de rapto, mi madre no había podido ir por mí a la escuela, así que yo tomé un taxi y en el camino el tipo se desvío, fueron mis gritos lo que lo hicieron desistir y en cuanto paro el vehículo, yo salí corriendo como loca.

 

Tiempo después, trabajando ya como abogada sufrí acoso sexual varias veces, uno de los más graves, fue la obsesión que uno de mis acosadores tuvo conmigo.

 

Las jornadas de trabajo eran largas, yo no tenía carro, así que tomaba taxi, recuerdo una ocasión en que por el agotamiento, me quedé dormida profundamente en el taxi y cuando desperté el conductor me había llevado por una zona solitaria dónde solo había fábricas, fueron momentos difíciles; tanto, como los ocurridos en aquella ocasión en que saliendo de madrugada del trabajo, un falso chófer de aplicación quiso subirme a su carro, gracias a un caritativo hombre que me ayudó no lo logró.

 

Tiempo, después sufrí secuestro en el extranjero, fui golpeada, encerrada bajo llave y candado, incomunicada, engañé a mi secuestrador y solo Dios sabe como logré escapar, literalmente corriendo por mi vida.

 

Nacer mujer en un mundo donde domina el patriarcado, se convierte muchas veces en una maldición, más que una bendición, somos cazadas, perseguidas, maltratadas, abusadas, utilizadas, vejadas, mancilladas, explotadas, humilladas, vilipendiadas, algunas veces somos catalogadas solamente como objetos.

 

En el patriarcado, la autoridad se reserva exclusivamente al hombre, así se les educa desde de niños, así la sociedad tiende a idealizar la figura masculina, la mujer no asume liderazgo político, ni autoridad moral, ni privilegio social, ni nada.

 

Y más, en un país como México, donde se festeja que los hombres tengan un gran número de aventuras sexuales, porque son machos.

 

Dónde la mujer es vista como un objeto sexual, que sólo sirve para dar placer y es maltratada, golpeada, humillada, torturada, esclavizada, victimizada.

 

En un México, dónde se viola y se mata a las niñas y mujeres, con total impunidad, en un país en el cual los números duros nos revelan que 10 mujeres son asesinadas diariamente.

 

En un país, que protege agresores sexuales e inclusive pueden ser candidatos a cargos públicos como gobernaturas, alcaldías, diputaciones, senadurias, cargos para jueces o magistrados por elección popular.

 

En un México que pese a tener por primera vez en su historia a una mujer presidenta, sigue dominando el patriarcado.

 

El patriarcado no es una palabra inventada, no es neoliberal, no es conservadora, nace cuando la sociedad cambia del matriarcado al patriarcado y su origen remonta a siglos atrás.

 

Nacer mujer en un país así, es librar una batalla constante por la defensa de los derechos de la mujer, es siempre ver por encima de tu hombro para estar segura que no te sigue un agresor, es caminar con miedo, es no permitir que tu novio, tu pareja o tu esposo en abuso de su fuerza física te golpe, te viole o termine con tu vida, porque se cree tu dueño, porque es el hombre y tú, la mujer.

 

Recuerdo, un caso de femenicidio que ocurrió en el Estado de México dónde una madre fue privada de su vida frente a sus menores hijos de 4 y 5 años, por su pareja, quien la ahogó en la cisterna de su casa, para después fingir un suicido y colgarla en el baño de su casa, o el caso de una niña de trece años violada por policías municipales, que después fue descuartizada y sus restos fueron tirados en el basurero municipal.

 

La Corte Interamericana ha dictado diversas sentencias sobre la violencia contra las mujeres, como la definición de violencia sexual caso del Penal Miguel Castro Castro contra Perú (2006); violencia contra las mujeres perpetrada por particulares caso González y otras, también conocido como caso Campo Algodonero contra México (2009); violencia contra las mujeres en un contexto de conflicto armado caso de la Masacre de Las Dos Erres contra Guatemala (2009);  violencia sexual contra mujeres indígenas, barreras particulares en el acceso a la justicia caso Fernández Ortega y otros contra México (2010); múltiples formas de discriminación caso Rosendo Cantú y otra contra México (2010).

 

Sentencias que son obligatorias para el estado mexicano.

 

El sábado 8 de marzo, las mujeres, niños, niñas y colectivos tomaron  nuevamente  las calles de la ciudad de México y del país, porque existen todavía deudas históricas que cubrir, porque el día internacional de la mujer tiene un significado que va más allá de colocarse un pañuelo en el cuello y gritar como «feministas», quienes a lo largo del tiempo hemos sido activistas y defensoras de derechos humanos sabemos de los dolores de las víctimas y de sus familias que calan el alma, hemos sido mudos testigos de sus penas ofrecido nuestro hombro y damos un seguimiento a sus casos, no usamos pañoletas, no es necesario porque la defensa de los derechos de la mujer requiere de acciones, no de verbo, no de foto, para el face o redes sociales.

 

Cuando, comencé hace años como activista, quienes tenían mayor tiempo en la lucha de la defensa de los derechos de la mujer me anticipara que tuviera cuidado porque los casos me iban a comer, tanto dolor, tanta injusticia, terminando minando tu mente y tus capacidades, sí es cierto, las irrealidades e injusticias te roban el sueño.

 

La impartición de justicia en este México tan convulsionado es todavía para muchas víctimas una deuda histórica, lo sé  porque yo también fui una víctima.

 

 

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