Por Mina Moreno.
«Los pueblos a quienes no se hace justicia se la toman por sí mismos más tarde o más pronto.»
(Voltaire)
Existen hechos que marcan la memoria de un país, el colapso de la línea 12 del metro en la ciudad de México que ocurrió la noche del lunes 3 de mayo es uno de ellos.
Como la crónica de una muerte anunciada había ya indicios desde hacía meses que ello ocurriría, la falta de mantenimiento debido a los recortes impuestos por el gobierno lopezobradorista de la ciudad de México, bajo su falsa austeridad fueron uno de los factores de la desgracia que cubrió de luto a los habitantes de Tláhuac, junto con las fallas en la ejecución de la obra pública.
La historia.
Desde sus inicios tanto en la licitación, como en la adjudicación de la construcción de la mal llamada línea dorada existieron irregularidades, como sobre costos y cambio de materiales, que conllevaron a deficiencias en la edificación y en la prestación del servicio.
Políticos, que se reciclaron en el partido Morena firmaron como autoridades el contrato de obra pública celebrado para la construcción de la línea dorada.
Nombres como Marcelo Ebrard y Mario Delgado, saltaron de inmediato debido a que su participación fue determinante, el primero era el jefe de gobierno el treinta de octubre del 2012, cuando se inauguró la línea 12 del metro y el segundo era el Secretario de Finanzas, el del mero billuyo quien debía autorizar cada estimación que se presentará por las empresas constructoras para su pago.
Ambos, tanto Ebrard como Delgado tienen con una responsabilidad compartida sobre una obra pública cuya envergadura publicitaron como magnífica, tan es así que la bautizaron pomposamente como «la línea dorada», después de décadas de no construir una línea nueva del metro en la ciudad de México, sin embargo, ambos saldrán absueltos de sus responsabilidades forman parte del actual partido en el poder, Morena.
Las deficiencias y utilización de materiales de menor calidad, cambios en la construcción, llevaron a las reiteradas fallas en la línea 12, cual crónica de una muerte anunciada la desgracia tocó a Tláhuac, el tres de mayo del 2021, sólo nueve años después de su «flamante» inauguración, el colapso en la estructura revela parte de la dimensión del fraude, el sobre costo de la construcción y la calidad de los materiales empleados, quienes autorizaron cada uno de los pagos son tan responsables, como las empresas constructoras que intervinieron.
Hoy, ambos políticos niegan tener responsabilidad alguna, Delgado afirmó que él sólo autorizó y Ebrard sólo era jefe de gobierno de la ciudad de México.
Sin embargo, olvidan que la Ley General de Responsabilidades Administrativas establece las sanciones por omisión o ilegal conducta en la prestación del servicio público, y ambos Ebrard y Delgado eran funcionarios cuando se adjudicó, ejecutó e inauguró la línea dorada, quienes en uso de sus atribuciones son responsables por la misma, la negación o ignorancia no los exime del cumplimiento de la ley.
Pero, México es el país de las maravillas donde se cambian las realidades y se benefician a los políticos amigos de presidencia, mientras a las víctimas la indiferencia gubernamental llevan a declarar en su momento, al Presidente López Obrador su frase tristemente célebre «ya chole» de visitar heridos por el colapso del metro en los hospitales, porque eso es de conservadores.
¿Dónde quedó la empatía, sensatez y el sentido común que debe tener el jefe del ejecutivo?
Los muertos y heridos están ahí como mudos testigos que claman justicia, no la hallarán en México con el actual gobierno lopezobradorista, como no lo han tenido las víctimas de desaparición forzada, de feminicidios, ni los periodistas, activistas y defensores de derechos humanos que han sido asesinados.
Al tiempo…